«Un radical es un hombre capaz de llegar a las últimas consecuencias de los principios que predica. Y es evidente que el verdadero humanista es siempre un radical, porque el humanismo es una doctrina clara, cuyas consecuencias, como hemos visto, se deducen con extraordinaria facilidad y nitidez de su único principio: todo hombre es un fin y no un medio. [Kant, Fundamentación de la metafísica de las costumbres] […] El radicalismo humanista es el más exigente de todos los radicalismos: exige una transformación total, y exige esta realización dentro de la libertad. De allí sus dificultades pero también de allí su grandeza y su fuerza avasalladora de convicción. Porque los hombres anhelan ser libres y vivir en una sociedad justa, pero no quieren ser esclavizados antes de alcanzar la libertad y la justicia. Por eso quienes logren hacer una verdadera revolución humanista pasarán a la historia como los más grandes y los más auténticos de todos los revolucionarios.»
«Porque no debemos olvidar que todo intelectual, por esencia, es un humanista. Y el humanismo…no es una teoría, es una pasión que -paradójicamente- sólo puede satisfacerse plenamente por medio de la razón. El intelectual es el más radical de los apasionados porque su pasión es la razón y la razón es la más radical de las afirmaciones humanas. Ser intelectual, afanarse por la racionalización del mundo y afirmar apasionadamente la dignidad de la condición humana es una sola y misma cosa. Ser intelectual es lo mismo que luchar por la liberación de todos los hombres.»