Ojalá y Haití logre comprender que no hay peor pobreza que la Espiritual, la pobreza de FE, es esa la que te lleva a la más honda de todas las pobrezas que aquejan al mundo.

Urge que el gobierno convoque una mesa para tratar el tema Dominico-Haitiano, antes de que todo se salga de nuestras manos. La noticia de que Canadá construyó en suelo dominicano un barrio para Haitianos ilegales es ejemplo del descontrol que existe.

República Dominicana ha sido y siempre será una nación solidaria sobre todo con Haití, lo que jamás debemos permitir es que nuestra generosidad sea mal interpretada, una cosa es ser solidario y otra permisivo.

Dios no desampara a sus hijos, haitianos deben buscar y conocer el valor y fuerza de tener FE, sobre todo, aprender a tener FE en sí mismos, para poder así poner su granito de arena para hacer avanzar su país.

Tratar de cargar a Dominicana el peso de las malas decisiones tomadas por Haití o de las consecuencias del saqueo del que fueron víctimas los haitianos por naciones que hoy viven en opulencia gracias a las riquezas saqueadas en Haití no es la solución.

El mundo debe volverse hacia Haití, mundo debe mostrarle a los haitianos que existe otro camino hacia el progreso que no es el de la violencia; enseñarles a elegir mejores gobiernos.

Al querido Haití hay que mostrarle el valor de sembrar el árbol, no el de quemarlo; el de vivir en paz con sus vecinos, más no en guerra, hoy más que nunca se hace necesario enseñarle a los vecinos de Haití el valor de amar, para ver si en la FE y el AMOR encuentran la solución al mayor de sus problemas, desigualdad, desunión, diferencias históricas y sangrientas… Cuando Haití encuentre en el valor de la FE y el AMOR su fortaleza, entonces habrá un nuevo Haití ¿Le mostramos el camino?