Reflexión Dominical: Carta abierta a mis hermanos y amigos

Agradezco la oportunidad que me das de poder compartir contigo esta reflexión. Construirla no ha sido fácil, es la primera vez que decido plasmar en hoja, aunque digital, un poco de lo que he aprendido en tan corto tiempo de la palabra de Dios, de sus enseñanzas.

Espero que las mismas puedan servirte para mostrate un poco el camino del que dices aún no estar listo para tomar. Estas lineas las plasmo con la fuerza de la FE que cada día cultivo en mi relación con Dios, pidiendo y orando por ti para que este te muestre el camino a otra vida como lo ha hecho conmigo; nacimos en carne y tarde o temprano estamos llamados a volver a nacer, pero en espíritu.

No se si el propósito que Dios tiene para mi sea el de guiarte y ayudarte a encontrar ese camino, no lo se, lo confieso, pero si así fuere, que su voluntad sea querido hermano.

Hace un tiempo tome la firme decisión de convertirme en oruga, ese día pisé por primera vez una Iglesia, mi única intensión fue reencontrarme con el verdadero propósito de mi vida. Convencido del paso que daría, ese primer día, hice de la casa de Dios mi hermoso capullo, allí donde las paredes son paño de lágrimas y resguardo del lamento y la alabanza de muchos que, como yo, esperan la venida del señor. Desde entonces, vivo experiencias únicas en mi vida, estoy en un proceso al que he definido como una especie de metamorfosis.

El propósito de Dios en tu vida
Dice la palabra en Romano 12 2 “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál será la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. En poco tiempo comprendí que es la propia unión con Cristo y nuestra comunión con Dios lo que produce esa metamorfosis de la que te he hablado.

Dios obra de muchas formas en nuestras vidas y unirnos a él nos transforma, los que estamos en Cristo, nuevas criaturas somos. Y esta reflexión que comparto contigo es una muestra de que a Cristo solo hay que abrirle las puertas de nuestro corazón, dejarlo que nos toque, hacer las cosas como a él le gustaría que las hiciéramos y ver iniciada esa metamorfosis que vivo, para que entonces luego, podamos comprender y entender que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros en la vida y que lo correcto es hacer su voluntad.

Te quejas y señalas a tu amigo o hermano porque se va los sábados de rumba y profana su cuerpo, se llena de alcohol, olvidando que fuimos llamados a levantarnos contras las reglas que nos impone el mundo y a vivir bajo el manto y la Ley de Dios, más sin embargo va temprano cada día de servicio a la iglesia a escuchar la palabra y te invita insistentemente a que le acompañes, pero, ¿Quién eres tú para juzgarle? Dice la palabra en Eclesiastés 12:14 “Por lo demás, Dios habrá de juzgar toda obra, buena o mala, junto con toda acción encubierta”. Por lo menos, ese amigo que peca doble te lleva un paso por delante, al menos ya está en la Iglesia ¿Te has preguntado por qué no lo estás tu aún?

Mostramos amor por Dios, obedeciendo su palabra.
Muchos vamos a la Iglesia y olvidamos que estar unidos a Jesucristo no es que andemos con una Biblia en el carro, debajo del brazo o en una mochila; estar unidos a Dios es hacer las cosas que él dice que se hagan. Quizás uno de los tantos propósitos que Dios tiene para contigo en esta vida, es enseñarle a tu amigo, que él anda haciendo su voluntad, más no la de Dios.

Al escribir este texto, siento que el propósito de Dios en este momento, es mostrarte a través de mi, que juzgar a tu amigo por su doble pecado no es tu papel, sino el de dejar entrar a Dios en tu vida, permitir que la palabra de Dios se haga vida en ti, para que entonces, puedas mostrarle a ese amigo lo que significa ser y vivir como un verdadero Cristiano.

Nunca olvides querido hermano, que siempre te he dicho, desde que vi iniciada esta metamorfosis y me declaro como Cristiano en construcción, que he descubierto que en la Iglesia hay más pecadores que en las calles que anduvimos tu y yo, donde habita el pecado.

Tu amigo o hermano, querido lector, aún no ha entendido que conforme a como vivamos nuestro presente, será nuestro futuro; no lo juzgues por ello. Toma tú el camino que te corresponde según sea la voluntad de Dios y muestrale con tu vida que una parte fundamental de la buena batalla de la que la palabra habla, es sacrificar las cosas que nos gustan, para pasar hacer las cosas que le gustan a Dios.

Dice la palabra en Gálata 6: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. Estás tu querido hermano preparado para convertirte y restaurar con espíritu de mansedrumbre a ese amigo que cree que está haciendo la voluntad de Dios y no ha hecho más que faltar doblemente a su palabra, pues se confiesa como Cristiano y peca más o peor que aquel que da la espalda a su padre creador por ignorancia o desconocimiento.

Detente un minuto a pensar amigo lector, reflexionemos un momento respecto a si realmente este llamado de tu amigo a que te congregues y vayas a la Iglesia, aún cuando quien te invita, según tú, es tan o más pecador, es parte de ese propósito que Dios tiene para ti en la vida en ese momento y te dejes usar por el señor, convirtiéndote en faro de luz en su camino y muestres a tu amigo el verdadero significado de hacer que la palabra de Dios se haga vida en él, haciendo su voluntad, dandole fuerzas para pelear su buena batalla y volver a nacer, pero en espíritu.

En Gálatas 6:8 dice la palabra «Porque el que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza segará corrupción; pero el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna». Muchos de nosotros deberiamos temerle al regreso de Jesucristo; será en ese momento cuando nos toque presentarnos por ante el Tribunal de Cristo y rendir cuentas de las cosas que hemos hecho en nuestra vida aquí en la tierra y es donde grandemente, ese tu amigo, tendrá que explicar lo hecho. A ti te tocará por igual explicar los tuyos y por el camino que vas, juzgar de él, será uno de esos puntos por lo que serás juzgado, porque hoy día juegas a ser Dios y no a obrar como él.

En el mismo Gálata en su versículo siguiente nos dice la palabra «No nos cansemos, pues, de hacer bien, porque a su tiempo cosecharemos, si no nos damos por vencidos». Y yo quiero invitarte a tomar tu verdadero camino, el de Dios, a hacer su voluntad y mostrarle a ese tu amigo y a tu hermano, cómo es que se vive en Cristo, para que luego puedas disfrutar de tu nueva vida en comunión y relación con Dios.

¿Sabías tu querido amigo que David pecó y aún así Dios le mandó un profeta a restaurarle? Así mismo Dios quiere restaurarte a ti, el busca acercarse a ti, se expresa de muchas formas y tu siempre buscas una excusa para escaparte; tu amigo o hermano, aún en el pecado, es parte de esos llamados.

Lo que pasó, pasó; lo que es, es, pero tenemos un Dios, hermoso e inmeso, precupado por el que será de sus hijos.
A Dios no le importa lo que fuiste ayer, mucho menos tu presente, Dios se preocupa por lo que serás. Ahora es el momento de mostrar a tu amigo el valor de la palabra y hacer vida en su vida. Muestrale para empezar la Primera Epístola Universal de San Pedro Apóstol 1:14 al 16 “como hijos obedientes, no os conferméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir, porque escrito está: sed santos porque yo soy santo”.

Estimado lector, no olvides que tu propósito debe ser cumplir el propósito de Dios en tu vida y que Dios no quiere que tu dejes las cosas que tienes que hacer hoy para mañana, Dios quiere que tu las hagas hoy, porque si no haces las cosas que tienes que hacer y las dejas para después ¿Cómo podrá luego Dios a hacer su obra, manifestarse en ti? No es que este no sea tu momento, es que todo momento, debe ser el momento de la voluntad de Dios.

¡Te ha llegado la hora de ser instrumento! Que el señor te bendiga y gracias del alma por permitirme escribirte y hacerte llegar un poco de su palabra por medio de estas humildes líneas escritas con FE y por FE, pero sobre todo desde mi corazón, acompañado del Espíritu Santo expresado en ellas.

Que la gracia de Dios sea contigo ¡Amén!

Amaury Reyna Liberato
Hijo de Dios, Cristiano en Construcción.

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