Que no corra la sangre en la UASD

Que no se derrame una gota de sangre en la UASD. Hace poco alguien me dijo algo con lo que me identifico plenamente y que en esto momento comparto con ustedes… “Me avergüenza que el poder construido en la UASD por un combatiente de abril, haya sido al precio de convertir en inútil el sacrificio de la juventud gloriosa de la UASD”. Basta ya de tanta violencia, persecución y agresiones en la UASD, señor rector electo, evite que en la UASD se derrame una gota de sangre más.

Eran las 5 de la madrugada del pasado 15 de febrero, atravesamos las inmensas puertas de hierro y blocs que encierran por las noches nuestra alta y más vieja casa de estudios, la UASD.

Desde muy temprano el ambiente lucía pesado, movimientos raros por aquí y por allá. Una calma aparente reinaba en la academia. Los equipos de un lado y otro de la contienda electoral hacia la rectoría ni se miraban a los ojos. Pasadas las horas todo transcurría con normalidad, aunque el ambiente nunca dejó de ser tenso y denso.

La vieja camaradería que antes existía durante el proceso interno para escoger las nuevas autoridades de la UASD había desaparecido. Ya no había abrazos, saludos, ni cordialidad. El trato se redujo y se cortó la forma civilizada de publicidad y manifestaciones de apoyo; las miradas se transformaron en actos de rechazo a la persona humana, rechazo al maestro compañero; y llovían las ofensas y amenazas.

Algo había cambiado y ello se reflejaba en la actitud de unos cuantos, ya no importaba el escenario y la reputación de liderazgo; y no se tomaba en cuenta que tanto el líder como sus masas deben aprender a ser prudentes en la derrota y ser humildes en la victoria. No importaba tampoco si el escenario en el que nos encontrábamos era una academia de educación superior y símbolo de lucha democrática.

Ese mismo día, a las cuatro de la tarde, el campus de la UASD se había vuelto un campo de guerra. No existían las consignas, no se escuchan los discursos; solo perturbaba el escenario la entrada y salida constantes de camionetas doble cabina, transportando personas ajenas a la UASD, que se desmontaban en cada edificio de la institución e intentaban intimidar a todo el que se encontraban a su paso.

Al caer totalmente la tarde y entrada la noche, de repente suena un disparo y el olor a pólvora irrumpió la aparente paz del aire. A partir de ese momento la UASD se convirtió en una especie de campo de batalla, llovía en la UASD balas por doquier, mientras sus calles eran bañadas de lágrimas por quienes han dado toda una vida por hacerla mejor cada día. La UASD quedó atrapada en la inseguridad causada por aquellos que no conocen si quiera el nombre completo de la institución, vándalos armados que en turba agredían a todos a su paso.

Nadie sabía a ciencia cierta que ocurría en la UASD en ese momento. De pronto, paró la lluvia de balas y por momentos respiramos aires de tranquilidad. Decidimos abandonar el campus y desde nuestras casas continuar el seguimiento al proceso de conteo de los votos.

Al día siguiente, en la UASD aún se percibía el olor a pólvora, nadie había olvidado aquella noche y creo que en mucho tiempo no lo haremos. De repente vuelven los gritos, correderos, amenazas, agresiones, solo que esta vez los agresores ya tenían rostros, no habían respetado ni la luz del día. Evidencia clara de falta de humildad para aceptar una victoria que no es tal, a los que habían llevado al plano personal la rivalidad electoral.

Los mismos que encabezaron los disturbios de la noche del 15 de febrero, salieron y tomaron las calles de la UASD y la emprendieron contra todo aquel que se definió a favor de Emma Polanco en la campaña. Mientras eso transcurría, sus líderes llamaban a la paz, pero al mismo tiempo la condenaban. Hablaban de unidad, pero se hacían de la vista gorda frente a los universitarios que eran agredidos. Esto ha sido penoso.

No se puede condenar el caos ante los medios de comunicación y guardar silencio frente a las agresiones e injusticias que su propio equipo va cometiendo. Al pasar de las horas, los que habían sido declarados ganadores, olvidaron que nadie en la UASD había alcanzado el 50% + 1, olvidaron que la UASD se encuentra dividida en dos partes, olvidaron que un LIDER unifica, no atropella; suma y no divide.

Los que “triunfaron” en la UASD no pensaron que estratégicamente no es conveniente iniciar su gestión empañada con sangre derramada por su propia gente. Esto es muy preocupante. Es un llamado de alerta y a la reflexión. La UASD merece un destino mejor.

Nuestra Alma Mater no debe seguir pasando por experiencias como esas, de ver agredir a verdaderos uasdianos hasta con armadas de fuego dentro de su propio campus. Hoy seguimos siendo víctimas de quienes han fungido como tropas de choque de aquellos que han construido poder sin un mínimo de dignidad; y que con malas artes trataron de impedir que se terminara de votar en Ciencias de la Salud e Ingeniería.

La defensa y el amor por la institucionalidad de nuestra querida UASD, nos ha hecho aceptar el cuestionable resultado reflejado en el recién pasado proceso eleccionario. Sin embargo las nuevas autoridades de la UASD, deberían dar mínimamente un voto de humildad y abogar para que no corra la sangre en la UASD y sobre todo mandar el mensaje de que no se juegue con la vida y la honra de los demás en la UASDIANOS.

Ya es suficiente con la infamia y la vergüenza sembrada de ilegalidad que hay en la UASD desde aquella noche del 15 de febrero, que mancharon nuestra democracia construida con sangre generosa de generaciones y el dolor y sufrimiento de muchos de los que tuvimos que padecer la represión de aquella noche y el encierro al que tuvimos que acudir para salvar nuestras vidas.

¡Basta ya, que no se derrame una gota de sangre más!

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