¿Cuántos muertos más se necesitan, cuantas víctimas más?

Cuando usted ve a un agente de la Policía Nacional o una patrulla, ¿qué siente, miedo o seguridad? Y preguntamos esto porque los más recientes hechos que envuelven a un agente de esa institución, son como una gota de agua que derrama un vaso al que de por sí, agua ya no le faltaba y el agua que ahora derrama, es como la sangre de gente inocente que a manos de sus agentes caen abatidos y enlutecen nuestras tierras.

¿Cuántas víctimas más tendremos a manos de gente que supone deben proteger al pueblo al que a la muerte condenan? ¿Cuántos jóvenes pastores más, cuantas Leslie más tendrán que morir para que los que nos gobiernan, gobernaron y aspiran a gobernar, junto a las fuerzas vivas de nuestra nación terminen de una vez y por todas por ponerse de acuerdo y construir un marco legal necesario contra la criminalidad?

Hoy más que nunca se hace necesario establecer políticas públicas concretas que ataquen de forma integral el flagelo de la delincuencia, poniendo a su vez en marcha acciones concretas tendentes a resolver los altos índices de inseguridad en los que vivimos y a atacar de raíz los males que los generan, y esta es una tarea, que ya no puede esperar más.

Pensar en Leslie, ver su hija mirando fijamente el rostro de su madre en un cuadro enmarcado en momentos en que recibía sus honras fúnebres, me obliga a recordar aquella visita de Luis Abinader al sector de Cristo Rey en Julio del 2019, quien, acompañado de Rudolph Giuliani, socializaba líneas estratégicas de un plan de Seguridad Democrática que, al parecer, solo existía en sus mentes, pues luego de haberse juramentado como presidente, fue que comenzaron a hacer su tarea y darle forma y cuerpo a las ideas que se exponían en campaña, sin  que hasta el momento, se haya presentado algo concreto.

Recuerdo que, en aquel populoso barrio, se habría informado a la población de que, en los primeros dos años del gobierno del cambio, la delincuencia se empezaría a controlar en un 50%, lo que se les olvidó mencionar fue en cuantos años y a los cuantos periodos se verían estos logros, puesto que, a poco más de un año de su gobierno, no vemos sus palabras acompañadas de hechos en la dirección de “darle su merecido a los delincuentes” como en campaña habían prometido.

Lo cierto es que, la realidad en la que vivimos hoy, no es la que nos prometieron los opositores de entonces que hoy gobiernan. Las y los dominicanos estamos más encerrados que nunca, más desprotegidos que ayer y con un miedo mayor no solo de ser víctima de quienes delinquen, sino también, vivimos con miedo a terminar siendo víctimas de aquellos que suponen deberían hacernos sentir seguros y ser nuestros protectores en las calles.

¿Que si me siento seguro o con miedo? Vamos a preguntarle al abogado de Ocoa, al joven de Barahona, al joven de 27 años que abatido cayó en Azua, a los jóvenes pastores de Villa Altagracia, a la arquitecta Leslie Rosado y a muchos otros, preguntémosle cómo se sienten y entonces comprenderán al pueblo y por qué desesperanzados y desprotegidos se sienten de vivir hasta encerrados en su propia cárcel, aquello que pudo llamarse hogar, pero que la delincuencia civil y policial lo convirtió en una penosa prisión.

¿Cuántos más tendrán que morir?

Por Amaury Reyna Liberato.

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