Hay que revisar las políticas educativas

El sistema educativo dominicano no solo enfrenta actualmente retos referidos al acceso, las situaciones económicas precarias de la población, deserción escolar, exclusión, infraestructuras insuficientes, falta de actualización del docente, mayor inversión y baja calidad educativa, entre otros.

Aunque el orden de los retos señalados no pretende plantear un orden de importancia, se percibe que la población tiene sentida preocupación por acceso a calidad. La necesidad de elevar la calidad en la enseñanza pudo ser el eslabón que convocó y ganó la aceptación y participación de la población en el movimiento social de lucha por el 4%.

Si este fue el caso, la razón por la cual la gran mayoría de los dominicanos entienden que la calidad educativa es la de mayor importancia viene dada porque solo ella puede garantizar hombres y mujeres de éxito en mayor medida, de tal manera que la línea de bienestar socialpueda ir ensanchándose.

La importancia de la educación como elemento básico para alcanzar el éxito individual y más aun el desarrollo del país, es percibida en su justa dimensión, cuando se piensa en la responsabilidad del maestro en formar a las futuras generaciones responsables de hacer realidad la aspiración humana de vivir en un mundo mejor. Pero esto no se logra exclusivamente, vigilando la calidad del estudiante que reciben las academias de educación superior, sino también con la transmisión de sueños e ilusiones conectados a las aspiraciones de los educando.

De ser así, para el logro de este fin último de la educación, hay retos que se han invisibilizado consciente o inconscientemente. Sin restar importancia a la formación teórica y/o académica, uno de los más importantes puntos ciegos de la educación es la transferencia de sensibilidad en torno a las condiciones ideales que deben darse para que estas aspiraciones sean realidad, en la construcción del futuro deseado para la generación del futuro.

A este punto, puede ser justo cuestionar, la conveniencia del retorno del maestro y no del profe de hoy día. El maestro respetado por su competencia, por sus cualidades, su compromiso social, pero también, el maestro modelo y poseedor de respuestas, como referente ante lo desconocido, concerniente a la búsqueda de respuestas ante las incomprensiones de la vida y hasta el maestro consejero ante situaciones individuales vividas.

Probablemente, la pérdida del interés del maestro en soñar junto al estudiantado sea por la inseguridad de no saberse con los conocimientos y las técnicas para transmitirlos. Esto podría parecer una crítica al maestro de hoy, pero no es así. Nadie puede dar lo que no tiene. El staff de maestros con que cuenta el sistema educativo nacional es una generación formada solo para dar respuesta a la parte pura y simplemente académica. Como si, la competencia del maestro estuviera cimentada solo en la rama del saber en que se desempeña en la escuela. Tal pareciera que se está dando una sentida apreciación de que cada profesor se circunscribe a enseñar la asignatura de su área, sin tomar en cuenta la otra cara de la función del formador, su contribución al sujeto social portador de cambios para mejorar y vivir bien. Parece ser, que el maestro ha ido perdiendo la capacidad de diálogo y reflexión con el alumno en torno a los acuciantes problemas actuales o en lo referente al bienestar del país, la importancia de los valores, de los sueños, la esperanza y la visión de futuro en general.

Algo que deberá ponderarse y ponerse de relieve, es el hecho de que las escuelas de educación, responsables de formar a los maestros, han minimizado en sus curriculums el aspecto teórico marco, acerca de las reflexiones que se han dado como respuesta a la consecución de la calidad educativa necesaria que demanda nuestra sociedad.

Como se ve, el planteamiento y búsqueda de solución a la problemática educativa, no conlleva la crítica al maestro. Ello no quiere decir que el maestro carga con la responsabilidad de la causante principal del problema de la educación. No. Ninguna persona humana puede dar lo que no tiene. Los que hoy se desempeñan como maestros fueron formados para desarrollar su trabajo de la forma en que lo hacen, por tal sentido, los maestros están cumpliendo con el rol para lo cual fueron formados anteriormente. Esto quiere decir, que si hay que buscar un culpable, hay que encontrarlo en el pasado, varias décadas atrás.

El reto del maestro dominicano es el de retomar su misión, para poder cumplir con el aporte social de impulsar las próximas generaciones, integradas por sujetos sociales portadores de los cambios necesarios en el proceso de construcción de un futuro mejor. Un mundo en el que los problemas podrán ser otros, pero será un mundo en el que los sentidos problemas de hoy día como la inseguridad, la inequidad, la violencia y la exclusión no sean las preocupaciones fundamentales de los dominicanos y dominicanas. Por eso, la educación debe dársele una atención especial social y política, y para ello hay que vender sueños.

El Movimiento Social del 4% logró mostrar con éxito la necesidad de que el Estado destinara mayor inversión en la educación. Sin embargo, la lucha no ha terminado. Se alcanzo uno de los propósitos de la lucha pero aun falta lograr la meta final para alcanzar el éxito total de la lucha. Es evidente que el movimiento del 4% percibe que el tema aun no está cerrado, en tanto se ha propuesto una labor de vigilancia social de seguimiento al cumplimiento o no de lo presupuestado en la inversión. Pero ello, no llena las inquietudes puestas de relieve respecto a los elementos que crearon las condiciones para cohesionar a todos los grupos sociales en una sola lucha, la del 4%.

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