El hecho de que vivamos en democracia no quiere decir que debemos ser tan permisivos cuando aun esta fresca en nuestra memoria la triste historia de una dictadura que nos costó tanta sangre. Trujillo, aun después de tantos años continúa siendo la principal figura de terror de nuestra sociedad.

Aunque no me tocó, gracias a Dios, vivir los duros años de la dictadura de Trujillo, como joven, creo que todo lo que pueda recordarnos a Trujillo debe ser olvidado. Ese período solo debe ser estudiado en las aulas, en lugares en donde los niveles de racionalización de las informaciones y lecturas comprensivas son analizados al máximo.

Hace unos meses un Diputado sometió a la cámara un al proyecto de ley para la creación de un museo sobre la era de Trujillo y creo que el simple hecho de  que la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados, que ha estado realizando las vistas públicas en torno a este, se preste a escuchar a los defensores del tirano es un error que nos pudiera salir caro. El hecho de que vivamos en Democracia no quiere decir que debemos ser tan beligerantes ante situaciones de este tipo, es más, no debemos permitir que familiares de el responsable de tanto terror y tanta sangre le sea permitida la barbaridad de disfrutar de un museo de la sangre.

En honor a Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, por el respeto que debemos tener frente a la imagen del Manolo Inmortal y muchos otros muertos debemos ser DUROS con los Trujillo. No debemos permitir bajo ninguna circunstancia que los responsables de coartar toda expresión de libertad puedan disfrutar de esta.

La sangre derramada por nuestros héroes no será en vano bajo ninguna circunstancia. Honraremos su memoria en cada momento, no importa el lugar donde nos encontremos. Un pueblo que no conoce su historia tiende a repetirla, pero nos oponemos tajantemente a un museo de la sangre.

Que su historia sea estudiada en el aula y enterrada en las calles. Que muera el recuerdo de Trujillo. Que vivan los días de libertad.