El proceso de Reformas de la UASD

Recientemente recibí por correo electrónico una invitación a participar del Foro de las Reformas que  iba dirigido a los miembros de la Federación de Estudiantes Dominicana. Al leerla detuve unos momentos mi bagaje por internet y dediqué gran parte del día a tratar de recordar las innumerables informaciones archivadas en mi cerebro producto de la lectura de diversidad de textos y visitas a tertulias, conferencias, etc., acerca de los diversos procesos de Reformas vividos en Latinoamérica y el Caribe y la historia del movimiento renovador.

En lo que respecta a la UASD, a partir de aquella invitación, trato de hacer una comparación, tal vez irrespetuosa entre el Movimiento Renovador de aquellos años y el Movimiento Estudiantil de estos tiempos. este ejercicio me llevó a formularme interminables interrogantes respecto al desempeño, rol, compromiso social y participación de este sector.

A raíz de los debates que se han suscitado respecto al tema, dediqué un tiempo de lectura a unos textos sobre Reformas e Innovación de la autoría de Axel Didriksson y que me fueran enviados por correo por un amigo mexicano, con quien tuve la oportunidad de intercambiar ideas en un encuentro de juventudes políticas en Guatemala hace unos años.

En dichos textos, Didriksson analiza los orígenes de la universidad latinoamericana y caribeña afirmando que esta fue una institución que reverberó, con su quehacer específico y con su participación, todos los acontecimientos Políticos y sociales de la época, proponiéndose, cuando le llegó su momento, ser el lugar de donde tenía que partir el cambio social y la revolución que transformarían todas las cosas.

Este fue el espíritu central del lanzamiento de la primera gran reforma universitaria, que es liderada por actores y sujetos, sociales e institucionales de las universidades que vienen de la colonia o de la independencia, las actuales macrouniversidades, y que las enlaza y les da continuidad desde finales del siglo XIX hacia las primeras décadas del XX, en una condición de identidad y originalidad.

El movimiento social y popular surgido desde las primeras universidades, en 1918, es lo que dio origen, identidad y perfil específico al movimiento estudiantil de América Latina y el Caribe, y lo ubicó como un sector social de gran impacto en las transformaciones políticas que desde entonces se presentaron.

Los que hoy formamos parte de la UASD estamos llamados a ser responsables directos de cualquier proceso de modernización y reformas de las estructuras de gestión administrativas y académicas que se requieran, es un compromiso heredado del MRU, pero la realidad que vivimos, no es la misma de ayer. Los Dirigentes Estudiantiles convocados carecen de la calidad moral y la ética que caracterizó a los miembros del Movimiento Renovador. Los grupos estudiantiles en la UASD no son más que la representación de los intereses políticos y particulares de algunos y no de sus representados.

No quiero ser pesimista respecto al actual proceso reformador que vive nuestra UASD, mucho menos quisiera mostrar alguna negativa a ser parte del mismo, pues estoy plenamente convencido de que el tiempo en que la Universidad pueda superarse a sí misma, mediante procesos de reforma hasta llegar a reencontrarse, lo vimos iniciado hace ya unos años, sin embargo no puedo pasar por alto y dejar de cuestionar la capacidad o calidad de los llamados “dirigentes”, no puedo dejar de formular interrogantes respecto a si existiera en ellos algún nivel de compromiso social con este proceso y la UASD.

Las reformas que necesita la UASD de hoy no son simples reformas programáticas sino paradigmáticas y en ellas deberá estar plasmada nuestra aptitud para reorganizarle y reorientarle, sin restar importancia al eje fundamental del proceso, la organización del conocimiento.

Al analizar la calidad de la participación de los “Dirigentes Estudiantiles”  también debo llamar la atención de los que hoy asumen el compromiso de CONTINUAR las reformas en la UASD.  Todavía es la hora y fecha en que no conozco los objetivos generales ni específicos que sirven de sustento a la convocatoria y ni hablar de la legitimidad y respeto a los procesos en nuestra académica. Si son ustedes hoy los que se hacen llamar los reformadores, porque no empezamos por hacer respetar los reglamentos vigentes que establecen que su comisión debe ser presentada y validada por el Consejo Universitario.

Nos hacemos llamar reformadores y al mismo tiempo somos los primeros en irrespetar lo que ya hemos reformado en el pasado, tal  es el caso de la voluntad de un Claustro Mayor que decidió que los puestos docentes-administrativos deben ser elegidos por medio de concursos de oposición y que por razones politiqueras no se ha podido poner en marcha.

Veamos también el CAPITULO 6, en su  Artículo 35, Inciso v y w que establecen como atribuciones del Consejo Universitario  el nombramiento a los Directores de los Organismos Académicos Comunes por períodos de tres años; previo conocimiento de los resultados de los concursos de oposición realizados y w) Crear y suprimir cargos administrativos y docentes, así como autorizar el nombramiento de los funcionarios y empleados de la Universidad, previo conocimiento de los resultados de los concursos de oposición realizados.

Resalto también las violaciones al ARTÍCULO 21 que establece que la Universidad se mantendrá abierta a todas las iniciativas o gestiones internas de renovación dirigida a lograr un mayor desarrollo y aprovechamiento de sus recursos para el cumplimiento de su misión, sin embargo, la interminable lista de nombramientos ilegales, carentes de aprobación por parte del Consejo Universitario guarda mucha distancia con lo planteado en nuestro texto reglamentario.

Las violaciones al ARTÍCULO 33 que establece la regularidad con que el Honorable Consejo Universitario debe reunirse, establecimiento ordinariamente, dos sesiones por mes, sin embargo en la práctica esto no sucede así.

Las actuales autoridades y los que se hacen hoy llamar reformadores en la UASD deben analizar las violaciones a los artículos que establecen las funciones de todos y cada uno de los Vicerrectores de la UASD y que la ambición de poder y el irrespeto a la diversidad de ideas y opiniones ha traído como consecuencia la negación de todas sus funciones. Lo anteriormente planteado es una clara evidencia de que para impulsar nuevas reformas, primero debemos respetar y hacer cumplir lo que ya hemos reformado.

Coincido plenamente con Edgar Morin cuando plantea que las reformas no parten de cero. En su escrito resalta que existen ciencias multidimensionales, como la geografía, que va desde la geología a los fenómenos económicos y sociales. La ecología científica, las ciencias de la tierra, la cosmología, son ciencias polidisciplinares que tienen por objeto no un sector o una parcela, sino un complejo: el ecosistema, y más ampliamente la biosfera para la ecología, el sistema tierra para las ciencias de la tierra, y el Universo para la cosmología, que integra los datos que aportan las experiencias microfísicas a las que aporta la astronomía de observación.

Reformar es un compromiso de todos y todas y velar por el cumplimiento de lo reformado, también lo es. Al dar por terminada la primera parte del presente artículo, esperando sea de utilidad tanto a la coordinación del proceso Reformador ya iniciado y a todos ustedes. A mis amigos profesores les pido motiven a sus estudiante al estudio de la historia de las reformas en nuestra universidad y el mundo, les invito a no descansar en la tarea de hacer renacer en ellos el espíritu que caracterizó a los hombres y mujeres miembros del Movimiento Renovador Universitario a quienes eternamente agradecemos, los cambios políticos, sociales y culturales que dieron como resultado nuestra UASD y la Sociedad en la que hoy vivimos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *