Compartiendo mi forma de pensar… mi Rebeldía

Quisiera compartir con ustedes, mis amigos y amigas lectores/ras, este correo electrónico que le enviara a un mailing list de profesores, estudiantes y empleados de la UASD, en respuesta a la abusiva forma de cómo se hace uso de la palabra, pareciera la continuación de aquel artículo de Madurar en la vida, prudencia al escribir que publicara no hace mucho tiempo.

Queridos Maestros, tal vez el hecho de que no nos tratáramos personalmente no quiere decir que por ello no habríamos de tener problema alguno, creo que al fin de cuentas si nos relacionáramos tampoco los tendríamos. Durante mis pocos años de vida, he hecho una característica de mi personalidad el respeto a las convicciones, posiciones y opiniones de mis iguales, los seres humanos, más aún cuando se trata de aquellos que de alguna manera u otra, aún no perteneciendo a mi Facultad se convierten en mis maestros.

Ejemplo de ello, es su caso profesora, le respeto mucho por la manera en como plantea y mantiene sus posiciones frente a temas que UD entiende son de alta relevancia para el bienestar de sus afines y la UASD, sin embargo he podido en el pasado presentar mis posiciones respecto a ellos, perspectivas totalmente contrarias a las suyas, sin hacer uso de calificativos o epítetos despectivos frente a una acción, gestión o persona.

Referente a las emociones o sentimientos y mi respuestas a los amigos profesores, a los que respeto y admiro mucho, debo señalar, sin querer pecar de sabiondo o prepotente que una emoción es un estado afectivo que experimentamos, una reacción subjetiva al ambiente que viene acompañada de cambios orgánicos (fisiológicos y endocrinos) de origen innato, influidos por la experiencia. Las emociones tienen una función adaptativa de nuestro organismo a lo que nos rodea. Es un estado que sobreviene súbita y bruscamente, en forma de crisis más o menos violentas y más o menos pasajeras.

En el ser humano la experiencia de una emoción generalmente involucra un conjunto de cogniciones, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y, por tanto, influyen en el modo en el que se percibe dicha situación.

De ahí la razón por la que me decidí a escribir los textos anteriores y el presente, en respuestas a una serie de planteamientos respecto a mi padre y su gestión rectoral. La forma y cuerpo de ellas no son más que el reflejo de la negativa a querer verme envuelto otra vez en ese nubloso ambiente de pasquines y correos ofensivos a los que me tuve que enfrentar durante 3 largos años.

Durante mucho tiempo, califiqué de adictos a las sinuosidades de un verbo hipócrita, el estilo frontal que caracterizan/ron a muchos profesores de nuestra UASD frente a mi padre, en el peor de los casos plasmados en papeles y correos con desgarradores epítetos para los ojos y el tímpano, tales como; «arrogante», «prepotente», «atropellador», «desconsiderado», «abusador», «amedrentador», «Ladrón» y hasta «Huacal».

Interminables historias de terror sobre sus acciones han sido contadas, reflejando una falsa opinión respecto a su forma, calificándole de humillador con aborrecimiento a quien diga algo que le parezca tonto u ose contradecirlo, en definitiva considerándole un «Dictador» o «Faraón».

Amigos Profesores, aunque virtuales, por ahora espero en Dios, mi motivación a dar respuesta, no a un correo sino a la definición de «Huacal» que le diera aquel maestro al pasado Rector, mi padre, descansa en la voluntad y el deseo que siempre tuve de que llegara el momento, no de defenderle frente a los ataques a los que se ve diariamente expuesto, sino de ser el porta voz de un hombre que lo ha dado todo por la UASD y desenmascarar a que aquellos, que tan solo hacen uso de palabra o la escritura para ocultar la verdad.

Cuando de Reyna se ha referido, a todas las columnas, crónicas, artículos y pasquines producidos en la UASD, les ha caracterizado un estilo demoledor, fanático de la mentira, constituyéndose así en un arma mortal y un atentado contra su moral y la de los suyos.

La experiencia vivida en la UASD me asegura que este correo podrá tener insospechadas consecuencias contra mi persona, tal vez no en lo inmediato, pero sí en el futuro, pero la herencia de la rebeldía de mis padres me obliga a querer convertirme en justiciero de la verdad y la razón.

Espero entienda que este correo no representa una respuesta directa a profesor alguno de manera en particular, es tan solo una reacción frente a tantas hojas leídas y en ellas todo un tiempo perdido.

Reitero mis disculpas por haber desviado semanas de debate respecto a temas de importante trascendencia en la vida universitaria, pero espero comprendan mi deseo de tratar de hacer que otros sean un poco más justos.
Éxitos Profesores y Profesoras,
Afectos, que Dios les bendiga

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