AUSTERIDAD: Hay que vivir la crisis, pero felices

Fin de semana en casa. Elevados precios de los productos de primera necesidad, los altos precios de los combustibles, el costo de la vida en general, son las principales razones que me obligan a mermar un poco el activismo que me caracterizaba en fines de semanas anteriores y es que la crisis que vive el mundo, muy en especial los países pobres como el nuestro, no esta para menos. El día a día nos demuestra que no es tan solo en lo público y privado que se plantea la necesidad de una política de austeridad seria y clara, también en los hogares de todos y cada uno de nosotros es necesario.

El verdadero sentido de la palabra austeridad sólo se conoce cuando se enlaza con la modestia. Lo modesto es rehusar lo innecesario, desde el momento en que lo innecesario nada significa. Se es naturalmente modesto, mas no por renuncia, sino por predisposición, por ideales o por instinto. De tal forma se es igualmente austero; se rehúsa el lujo porque el lujo nada significa, pero no se renuncia al lujo. Sería absurdo que, en nombre de la austeridad, renunciara un mendigo al dinero, o un eunuco a la aventura galante; o un resentido a la espontaneidad de la danza. En su verdadero sentido se llama, pues, austeridad a la modestia o predisposición a rehusar lo innecesario, y así es como generalmente hubieron de entenderlo los romanos, y como nunca lo entendieron los españoles.

Pero, ¿se habrán detenido a pensar, amigos lectores, acerca de lo positivo de vernos en la obligación de volver austeros nuestros hogares?

Yo les explicaré. El pasado fin de semana, se constituyó para mi, un joven con apenas 7 meses de casado, uno de los más especiales, pues, como me he visto en la obligación de pasar de una economía de consumo, a una economía de SOLO LO NECESARIO, el cambio me ha permitido disfrutar en la comodidad de mi hogar el tiempo junto a mi esposa y es que no es lo mismo ir al cine a ver la película que se estrena, a poder disfrutar en la comodidad de tu hogar de tu esposa viendo tal vez por cable la misma película, poder charlar largas horas en familia, disfrutar de la comedia, de juegos imaginarios en momentos en que la energía eléctrica es escasa y hasta poder compartir con quienes vemos poco tiempo o simplemente nos rozamos por casualidad cuando salimos y entramos de nuestros hogares, los vecinos.

A esto le he llamado vivir en crisis, pero feliz y es que he llegado a pensar y desde luego a afirmar, que la crisis avecinada no será tan mala, será imperiosa en momentos en que los valores familiares se van perdiendo lamentablemente por el poco tiempo en que los padres e hijos suelen pasar juntos, necesaria porque es tiempo de volver a imponer los estrictos sistemas de vida de nuestros abuelos, en el que los horarios de llegada, la economía de las familias y la educación familiar eran impuestas y obligatorias para todos los miembros de las mismas.

Vivir en crisis, me ha transportado gratamente hacia mi niñez, recordando las noches en que no había energía eléctrica en casa y mi padre decidía encender una lámpara, colocarla en medio de la mesa del comedor y junto a mi madre y hermanos, viajar por aquella sombra que generaba en el techo la luz de dicho quinqué.

Todos y todas debemos estar atentos a la crisis, pero no debemos dejar pasar de lado la oportunidad que nos permite la misma de poder estar en familia al recortar nuestros gastos para obtener solo lo que sea necesario. ASI COMO AYER VIVIMOS EN ARMONIA Y PAZ LOS MOMENTOS DE PROSPERIDAD Y PROGRESO, ES TIEMPO VIVIR LA CRISIS, PERO VIVIRLA FELIZ Y DISFRUTARLA EN FAMILIA.

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